jueves, 7 de mayo de 2009

Padre Alberto dice vivió en carne propia lo que indica la Biblia: "No es bueno que el hombre esté solo"


MIAMI.- El famoso sacerdote católico de Miami Alberto Cutié, descubierto por paparazzi que lo fotografiaron besando y acariciando a una mujer en la playa, dijo en una carta divulgada este jueves que vivió "en carne propia" lo que indica la Biblia: "no es bueno que el hombre esté solo".

"Dice la Sagrada Escritura: 'No es bueno que el hombre esté solo' y eso yo lo he vivido en carne propia. Lo he visto en muchos hermanos y en mí mismo", dijo el religioso en una carta dirigida a sus "amigos" de la comunidad de Miami.

El padre Alberto, de 40 años, uno de los sacerdotes hispanos más famosos de Estados Unidos, desató un escándalo tras la aparición de fotos suyas en una revista de farándula en las que se lo ve besando en la boca a una chica y en poses románticas.

El sacerdote, que critica el celibato dentro de la Iglesia, reconoció sus escapadas amorosas con la mujer y fue removido temporalmente por el arzobispado de Miami de la parroquia que dirigía en Miami Beach.

En una entrevista publicada este jueves por El Nuevo Herald, diario hispano de Miami para el que el sacerdote escribía semanalmente una columna, Cutié se negó a identificar a la mujer con quien fue descubierto acariciándose sobre la arena.

"Sería inapropiado (identificar a la mujer). Para proteger a esa persona es mejor no hablar de eso, ha sido suficiente ya, ha sido mucho para mí y para mi familia", dijo.

El religioso no quiso confirmar si la chica era de nacionalidad colombiana, dijo el Nuevo Herald.

Cientos de personas se manifestaron en la mañana del jueves frente a la parroquia de San Francisco de Sales solidarizándose con el padre Alberto y pidiendo su retorno a esa iglesia.

Asimismo, en Facebook y otras redes sociales grupos de apoyo al padre Alberto reciben, desde distintas ciudades de Estados Unidos y otros países de la región, mensajes de solidaridad con el religioso, en especial de muchas mujeres que coinciden que el sacerdote "tiene derecho a amar y ser amado".

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